¿Alguna vez te ha pasado que al hablar con una persona te dice una palabra que no pueden comprender? Al menos a mí sí. Existen alrededor de 559 millones de hispanohablantes en todo el mundo, ¿puedes imaginar todas las diferencias que le otorgan sabor a este idioma? En el mundo de la traducción al español, tenemos que conocer a nuestro público para decidir entre diferencias lingüísticas como fresa o frutilla y pastel o torta; sin embargo, está publicación no tratará sobre temas de traducción, sino sobre la neutralidad del español a nivel profesional.
El problema del español coloquial
Mientras impartía una clase de inglés hace algunos años, un alumno (de unos 14 años) me dijo: –-¡Maestra, me dejó en visto!—y por su tono de voz, intuí que lo ofendí. Aunque la clase continuó de manera normal para los alumnos, dentro de mi cabeza rondaba esa frase y me cuestionaba si realmente una disculpa era lo correcto en ese momento. Al final del día, decidí preguntarle a otros jóvenes que significaba “en visto” y me respondieron:
¡Ay maestra! es como decir ‘me ignoraste’
En una aplicación de mensajería instantánea aparecía la palabra visto cuando alguien lee tu mensaje y si no te contestan te dejan “en visto”. En este caso la confusión no ocasionó ningún problema pero, ¿te imaginas lo que podría pasar a nivel profesional con palabras más delicadas?
En otra ocasión, hace algún tiempo, un hispanohablante extranjero nos vino a visitar a México. Cuando la palabra “güey” llegó a sus oídos, le explicaron vagamente que es una palabra para hablar de manera amistosa con otra persona y durante una entrevista de trabajo decidió decirle a su entrevistador, “Buenos días, güey” e inmediatamente perdió el puesto. ¿Cuál fue el problema? Nadie le explicó que esta palabra también significa tonto y que solo se debe utilizar con buenos amigos. En la actualidad se utiliza con más soltura que antes pero aun así no es apropiada a nivel profesional.
¿Qué puedes hacer para evitar este tipo de confusiones?
Tal vez no podamos cambiar nuestro acento pero podemos ajustar el vocabulario que utilizamos. Es importante que mantengas las expresiones coloquiales a un nivel mínimo.
Es decir, como mexicanos podemos evitar el uso de palabras como “chucho” con argentinos al referirse a una persona hábil para hablar, ya que en este país, “chucho” significa “perro” y si bien en México decir “eres un chucho” es un halago, en Argentina es un insulto. En cambio, si utilizas un español “neutro” y dices “eres hábil”, cualquier extranjero podrá entenderte. Esto es especialmente importante si tu jefe o tu cliente proviene de un país diferente al tuyo.
Tampoco dejes de lado las referencias culturales que puedan obscurecer el mensaje. Si le dices a un compañero de oficina que “ni yendo a bailar a Chalma, podría mejorar sus habilidades con la computadora”, pero él no cuenta con el referente cultural de Chalma, jamás podrá entender el mensaje.
Chalma es un pueblo famoso por tener una estatua de Cristo milagrosa, la tradición indica que se tiene que bailar como una ofrenda para que se cumpla la petición que se le hizo.
Cada dialecto tiene un sabor propio y es especial a su manera, cada palabra que usamos sus hablantes tiene un significado especial. Sin embargo, para ayudar a la comunicación global entre cada uno de los hablantes de este bello idioma, es importante generalizar nuestro vocabulario en la mayor medida posible para evitar confusiones, malentendidos, ahorrarte largas explicaciones y disculpas.
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